Los
ancestros
Entonces paso el señor por delante de él, y
proclamó: el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en
misericordia y verdad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la
iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al
culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los
hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Éxodo 34:6,7
INTRODUCCIÓN
Conocer acerca de nuestras
raíces es de mucha importancia, pues entenderemos del por qué de nuestro
carácter o personalidad. Existen rasgos físicos como el del color de la piel,
estatura, etc., que se heredan y que son estudiados por la ciencia. Sin
embargo, Hay caracteres de la personalidad que no se pueden analizar por medio
del estudio de los cromosomas o genes. Cuántas veces nos sentimos orgullosos
por nuestros antepasados o por el apellido de nuestra familia, sin saber qué
clase de familia fueron o que origen tenemos. Hablar de ancestros es hablar de
herencias.
I.
LAS
HERENCIAS
Dice el diccionario que una
herencia es el conjunto de caracteres
anatómicos o fisiológicos que los seres vivos heredan de sus
progenitores. Lo que nosotros reflejamos es entonces, un regalo de nuestros
padres.
En el libro de Génesis
notamos un ejemplo de cómo las herencias
pueden afectarnos positiva o negativamente. Cam, quien era hijo de Noé, cometió
un hecho mientras su padre estaba desnudo. Noé al tener conocimiento de lo que
su hijo había hecho, pronuncio maldición
contra Canaán (Gn. 9:20-26). ¿Pero quién era Canaán?, Canaán fue uno de los
hijos de Cam. Éste heredó genéticamente el mismo problema de su padre y como
consecuencia la maldición que Noé había pronunciado (Gn. 10:6).
Tuvo tal cumplimiento esa
maldición que los hijos de Cam fueron los personajes que habitaron en la tierra
de Canaán; los jebuseos, amorreos, gergeseos, cananeos, etc. (Gn. 10:15-20) y a
quienes Dios mandó destruir. Sin duda alguna, porque había llegado a una
depravación sexual. Este hecho lo podemos comprobar por la destrucción de
Sodoma y Gomorra.
Dice la Biblia que los
sodomitas querían conocer (tener relaciones sexuales), con los ángeles que se
hospedaron en la casa de Lot (Gn. 19:5). Fue esa la razón por la cual Dios destruyó
con fuego y azufre esas ciudades.
A nivel de nuestros
antepasados, Dios visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que le aborrecen (Ex. 20:5; He. 7:9).
Cuando se comete pecado o
iniquidad se transmite a los hijos receptores o la capacidad para que los
descendientes cometan lo mismo (Lam. 5:7; Gn. 20:2-7, 26:6-11). Es por eso que
en la Biblia aparecen las genealogías de algunos reyes (2 R. 23:31-37).
La mujer que pidió ayuda a
Eliseo es otro ejemplo de los ancestros. El esposo de la viuda antes de morir
contrajo deudas que no pudo pagar. Para cobrar la deuda, los acreedores querían
esclavizar a sus hijos (2 R. 4:1). Esto muestra que puede haber deudas de
nuestros antepasados que quizás nosotros estamos pagando.
Daniel cuando oró por su
pueblo reconoció que éste estaba en cautiverio, porque las generaciones
anteriores nos prestaron atención a quienes hablaron de parte del Señor (Dan.
9:6).
La escritura menciona un
refrán que refleja la verdad que hoy estudiamos “Los padres comen las uvas
agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera”. Proverbio que no volverá a
ser usado como tal como lo expresa Jeremías 31:29 “en aquellos días...”.
Finalmente, no se ha preguntado ¿cuántos años han pasado y heredamos las
consecuencias por el pecado de Adán?
II.
¿CÓMO
SER LIBRES DE LAS HERENCIAS?
La palabra ancestro como tal
no aparece en las escrituras; sin embargo, por ser un término que se refiere a
nuestros antepasados tiene un respaldo Bíblico. Ancestro es: la suma de lo que
somos y que hemos recibido por nuestros antepasados.
Al venir a los pies de
nuestro Señor y Salvador fuimos rescatados
de la vana manera de vivir que heredamos (1 P. 1:18,19). Sin embargo,
aunque somos salvos somos víctimas de ataduras, estorbos y, en algunos casos, hasta
maldiciones que no permiten crecer y desarrollarse. Generalmente, no hay
explicación razonable de estos problemas pero el Espíritu mostrará la puerta
por la que se alcanzan y la forma cómo pueden romperse o deshacerse.
Es por el poder y la
autoridad que el Señor no da por medio del Espíritu, que nosotros seremos
verdaderamente libres al terminar con las herencias. Pero las herencias no
serán erradicadas definitivamente a menos que nosotros no nos rindamos y
sometamos al señorío de Cristo.
III. LA RENUNCIACIÓN Y RUPTURA DE CADENAS
ANCESTRALES
Para poder edificar hay que
eliminar las ruinas antiguas (Isa. 61:4). Para que los ancestros no produzcan
sus efectos en nosotros hay que renunciar a ellos. Renunciar significa romper
todo vínculo con el pasado. Para renunciar es necesario aceptar que somos
afectados por ellos y al mismo tiempo tomar la decisión de no seguir
arrastrando el mal de sus antepasados. Hay enfermos que no quieren ser sanos
para inspirar compasión. Hay que renunciar a hechicería, idolatría, votos de
pobreza, degeneraciones, enfermedades, complejos, carácter, etc.
Dios nos puede transformar en
un momento, pero somos nosotros los que debemos despojarnos o renunciar del
lastre que tenemos de nuestros antepasados (Col. 3:9,10; 1 Jn. 3:1-3).
Nuestro interés debe ser
limpiarnos, ser íntegros para que seamos vasos de honra (2 Ti. 2:19-21).
Ser libres de los ancestros
será como cuando los habitantes de la cueva de Adulam salieron de ese estado y
pasaron a ser vencedores.
CONCLUSIONES
· Los
ancestros es la suma de lo que somos y producto de la transmisión de nuestros
antepasados.
· Para ser
libres de las herencias negativas es necesario, renunciar y romper toda
transmisión que nos afecta.
· El Espíritu
Santo mostrará cuál fue la puerta para dar origen a cualquier deformación en el
alma y la manera como ser libres de ella.